Lluvia

¿Será que no existe un adjetivo para este sentimiento?

¿Será que no escucho la respuesta a lo obvio?

Quizá; tal vez no vea la realidad de esta fantasía, ni sienta la textura de lo etéreo; pues mi verdad es una ilusión bajo la mirada ciega de este ser. Una realidad infinita, limitada a su piel y a una esencia terrenal divina, que fluye sobre el alma de quien simplemente la ama.

Un ser real, cuyo abrazo infunde la idea imaginaria de su existencia temporaria y perpetua; un ser cuyos pasos me guío bajo la lluvia en una noche tristemente alegre hacia un destino conocido e incierto.

Un momento eterno a su lado, en un abrazo cálido y fresco, que esculpe en la memoria recuerdos perfectos de instantes inconmensurables. Un fluir de constante intermitencia del tiempo en un ritmo pausado y frenético.

Real y quimérico era esa lluvia, que sobre el techo hacía un sonido silencioso como un cuadro cuyos colores son las notas y acordes que componen una sinfonía estática sublime. Su voz resonaba en el silencio con declaraciones mudas de sentimientos que gritaban. Sus besos calmaban la tormenta y paralizaban el tiempo en un santiamén único e irrepetible.

El abrazar su cuerpo en un encuentro de despedida, hacía aflorar en mí sensaciones contrapuestas de ir y quedar, de retener y soltar, dejando en mi mente el deseo de eternizar lo efímero y repetir ese instante mil veces manteniéndola única.

¿Será que no existe un adjetivo para este sentimiento?

Por
Hugo D. Colmán