El Paraguay & la cultura del Vaí Vaí

El autor paraguayo Saro Vera; en su obra: El paraguayo; un hombre fuera de su mundo, describe quizás de forma muy ilustrativa la forma de ser del paraguayo, englobando casi todas su obra en tres principios básicos, a la que él mismo llamó leyes del paraguayo, el Mbarete, Ñembotavy y el Vaí Vaí. No se trata de un cuento sino más bien, la forma de pensar y actuar del paraguayo. 
Saro Vera
Nuestra sociedad actual de cierta forma tal vez siga con éstos principios o “leyes”. No es parte de mi intención reproducir la obra de este ilustre autor paraguayo sino más bien, analizar el último de éstos principios. El “vaí vaí”.

Literalmente traduciríamos como “feo feo”, pero en su verdadero alcance se trata de denotar una acción realizada sin la más mínima diligencia posible, es decir hacerlo negligentemente. Podría referirse a un trabajo, o cualquier tipo de actividad que requiera cierto grado de atención o cuidado que deliberadamente se deja de hacer o se hace con poca calidad.

El “vaí vaí” es desde luego podemos decir, la “ley” más poderosa sobre la conciencia del paraguayo, y la más destructiva quizás podemos afirmar. La sociedad paraguaya, en su aspecto cultural es dominada por éste principio, y sobre la cual se erige la estructura organizativa de nuestra nación lo que vendría a ser el Estado. 

El Estado como nación jurídica, política y territorialmente organizada, es según las doctrinas de los grandes pensadores, el cénit de las sociedades humanas, y en nuestro caso también podríamos considerarlo de esa manera. Si bien, el Estado como instrumento de la soberanía del pueblo, no es nada más que un servidor y un organizador de la vida social; pero como hablamos del Estado paraguayo, ya es de esperarse que sus actividades o roles no se desempeñan con la mínima prudencia como lo haría un Estado extranjero ya que como expusimos en principio, nos domina la ley del Vaí Vaí.

Tal vez ésta noción de la  idiosincrasia del pueblo paraguayo, explique de mejor manera la razón del por qué el Paraguay, siendo la primera República de América del Sur, está actualmente entre los países más pobres y más corruptos del mundo (una pésima combinación sin dudas) 

Y esa realidad; se vislumbra con tanta nitidez que avergüenza de cierto modo; no hace mucho el nuevo titular del Ejecutivo el Presidente Horacio Cartes, al nombrar a sus ministros y secretarios de gobierno, obvió la “repartición de poder” que invocaba los seccionaleros o como empezaron a llamarlos “succionaleros”. En pocas palabras el presidente del Paraguay, no dio mucho o nada de espacio a sus correligionarios colorados en la formación de su gabinete de gobierno; lo que generó protestas por parte de éstos, exigiendo cargos y amenazando incluso con crucificarse. 

Pero como todo político no cumple con su palabra, nadie se crucificó lastimosamente.

Los nombramientos realizados por el Presidente Horacio Cartes, se basan más bien en los meritos o en las aptitudes de sus colaboradores, creando un gabinete “tecnócrata” o un gobierno ejercido por los técnicos. Esta decisión no dejó de sorprenderme de buena manera; aun que al principio era escéptico con el destino  del “nuevo rumbo”  debo admitirlo.

Pero para no desviarme demasiado de mi línea, en esa ocasión se vislumbró el descontento y la falta de apoyo a una decisión de que por cierto es buena, demostrando así que el paraguayo, no está acostumbrado a que se haga bien las cosas, principalmente cuando se trata del Estado. Por primera vez, alguien se tomo la tarea de hacer bien las cosas, dirigir el Estado como una empresa; deshaciéndose de los incompetentes y llenando los cupos con personas capaces, para así lograr el mejor rendimiento o resultado. 

Sin embargo, a pesar de esas primeras nociones positivas del nuevo gobierno, no falta quien critique la actitud, por el simple deseo de ocupar un cargo público, aun que sus aptitudes no sean suficientes para el mismo, quejándose de tener derechos por ser partidario o por ser responsable por la “victoria” alcanzada en los comicios.

El paraguayo, no está acostumbrado con el régimen de la meritocrácia, pues la mayoría, considera que el “amiguismo” es suficiente. Y en nuestro país, donde nos acostumbramos a hacer “vaí vaí” las cosas; es inadmisible que alguien trate de hacerlas bien.
Por:
Hugo D. Colman