Sol

 



Todos los caminos me conducen a ti.


Tengo miedo de soltarte; incluso si nunca te he tenido,

miedo de contarte, que pienso; en cómo hubiese sido.

La vida tiende caprichosamente a cruzar nuestros caminos,

como si la distancia o el tiempo significara algo para el destino.

 

Un destino que  nos conduce a viajes inesperados,

sobre vías sinuosas a lugares olvidados.

Lugares tan lejanos, en donde la luz del sol aterriza,

y que a través de tus manos quiero, que algún día, descanse mis cenizas.

 

He visto mucho más de lo que podíamos alcanzar,

incluso sabiendo que no nos queríamos atar.

Entendimos el momento como algo irrepetible,

y evitamos entablar, lo que en todo momento fue posible.

 

Miramos desde arriba, todo aquello que  pudimos escalar,

y juro que te besaría, si no hubiese necesitado tiempo para respirar.

Mi vida pendía de un hilo al haberte seguido,

pero si así no fuera, sería tan aburrido.

 

Llegamos tan alto, que hasta de la rutina se escapa,

aunque al bajar, temíamos caer como una bolsa de papas.

Nada fue capaz de detener tu espíritu aventurero,

y como fue tu día, decidí solo seguirte por cada sendero.

 

Dirían que estamos juntos, todos aquellos que nos veían,

aun que sólo los dos sabíamos, lo que sucedía.

Era raro habernos encontrado después de tanto tiempo,

y darnos cuenta que no había cambiado en nada los sentimientos.

 

Me despertaste en madrugadas, para seguir velozmente en otro camino,

y aun que fuese peligroso, preferíamos dormir al volante que escuchar a Camilo.

Pero todo valió la pena, al oírte leer un texto con gozo,

Y estoy seguro, que así como yo, él de ti está orgulloso.

 

Todos los caminos me conducen a ti.