Todos hablan de la educación
como el motor principal para desarrollar un país, y quizá eso sea indiscutible.
La educación en el Paraguay siempre se encontró en polémica, por su
precariedad, por falta de sueldos dignos de los educadores, por las huelgas de
los docentes y por otros fenómenos demás conocidos; pero nunca se habló a
profundidad sobre las falencias de los programas de estudio y las pobres políticas
del ministerio de educación para crear capitales humanos de excelencia.
¿Qué
quiero decir con eso? Busco dar a entender la falta de
preocupación tanto del ministerio como de los mismos educadores en fomentar en
la mente del estudiante paraguayo la noción de vocación y su implicancia en la mejora
personal y profesional de los mismos.
Pero; ¿Qué es la vocación? Es un estado de inclinación natural hacia una
profesión u oficio, los más religiosos lo definían como él llamamiento de Dios
a algún estado, por lo que podemos decir que en nivel general la vocación
concuerda con esos anhelos, esa inspiración que cada individuo desarrolla hacia
una rama del conocimiento, por lo que la elección de una carrera o una
profesión se hace de acuerdo a esos intereses propios de cada persona.
Pero el sistema de educación
en Paraguay, no ha demostrado ningún interés por desarrollar la vocación de los estudiantes, ni
siquiera adaptar las exigencias académicas de acuerdo a las aptitudes de los
alumnos. Si no que, se limitan a poner en marcha programas de estudios
estáticos iguales para todos, sin distinción de sexo o intereses. Dando siempre
énfasis en los conocimientos teóricos y no a los prácticos, poniendo de relieve
a los alumnos que pueden memorizar una asignatura y despreciando esos que
poseen talento para dibujar, pintar, componer, etc. No todos los alumnos son iguales, ni tampoco
tienen los mismos gustos, por lo que resulta fácil comprender la pérdida de interés
de algunos y el abandono de la escuela o colegios por parte de otros.
En Paraguay, siempre existió
dos tipos de alumnos, y esa división se debe a las asignaturas impartidas en el
colegio; por un lado está los que les gusta las materias leídas y que no
entienden nada de las matemáticas; y por otro lado están los que aman los números
y son perezosos al momento de leer. Esa clásica división de los “gustos” quizá
explique la razón del porque existe abundancia de estudiantes universitarios en
algunas carreras y casi ninguna en otras; es lo que sucede con la cantidad de
personas que estudian Derecho y la Ciencias Económicas.
Quizá esto sea la prueba más
viva de que no poseemos un sistema educativo que inste el desenvolvimiento de
la vocación en la mente de los
estudiantes paraguayos y ni tampoco interés de los padres por apoyar gustos de
sus hijos o tal vez lo desconozcan por completo.
Creo sinceramente y mantengo
mi fe, de que la educación es lo único
que puede cambiar al Paraguay, pero soy pesimista en considerar que el modelo
educativo actual sea suficiente para darnos el tan anhelado cambio. Por lo que
me atrevo a decir, que la educación no es sólo enseñar a leer y escribir,
sumar, restar, multiplicar y dividir. Si no que, va más allá, la educación debe
ser un medio para que cada individuo conozca sus propias habilidades, descubra
sus intereses, sus gustos; su vocación.
Por
Hugo David Colmán ©